NADIE EN ESTA TIERRA

«Nadie en esa tierra era inocente, nadie olvidaba. Nadie perdonaba»

Allá por junio del 21 comentamos un libro de Víctor del Árbol. Por aquel entonces afirmaba que Víctor era un «encantador de serpientes», y nosotros éramos las serpientes.

En esta ocasión nos deja una magnífica novela negra, manteniendo los lugares comunes, Barcelona y Galicia. La inscribe en un tipo de novelas cada vez más habituales en lo que se ha dado en llamar «country noir», novela negra en un ambiente rural. Algo que en España nos lleva habitualmente a paisajes gallegos o del Norte.

Temporalmente es un viaje del presente al pasado, justo un año después de los hechos que nos narra para descubrir antiguos secretos. Corta la historia del presente para narrarnos la del pasado rompiendo el hilo cronológico lineal, empujándonos a seguir la historia. Encontramos dos narradores: uno en tercera persona, que es el que nos va contando el grueso de la historia; y un narrador personaje, que se dirige bien a nosotros, o bien al personaje que protagoniza el capítulo en cuestión. Es este último narrador quien nos habla del presente. Con este recurso intenta «humanizar» al narrador en segunda persona y hacerle mas cercano. Pero, sobre todo, nos hace ver que no todo es blanco o negro o gris, es según el color del cristal con que se mira. A la vez le permite un perfecto manejo del tiempo, graduando la información y la intriga.

Julián es el protagonista, entre un coral de personajes. Pero es el narrador en primera persona, quien se lleva toda la atención. Intuimos y confirmamos que es uno de los «malos». Nos contará su perspectiva sobre Julián y lo que ocurre a su alrededor, casi como si lo viviera desde las cámaras de un Gran hermano. Lo que nos hará dudar hasta el final, y nos mantendrá en tensión.

«No soy yo quien debería contar esta historia. Pero soy el que puede contarla. (…) Podría habérseme dado bien escribir y sería escritor, cantar y sería cantante, o hacer ceniceros de barro y tener contenta a mi madre, que los coleccionaba. Pero mato a gente por dinero y en ello he encontrado mi manera de estar en el mundo».

Muchos temas aparecen bajo una escritura cuidada y envolvente, a la vez que brutal. La venganza, el odio, la ambición y la impunidad de los poderosos. Una novela escrita y leída desde las tripas, desgarradora, asfixiante; llena de emociones de todo tipo: sentimos dolor por el sufrimiento de algunos personajes, impotencia antes las injusticias padecidas por ellos, alegría cuando les suceden cosas buenas, rabia ante la prepotencia y la impunidad de algunos especímenes que pululan por ella, y asco, un asco inmenso, con las maquinaciones de algunos de los seres oscuros que la pueblan. Todos ellos conforman un flujo de maldad, en una trama magistral, con un ritmo vivo que nos  deja consumidos y agotados. Pero, aunque no lo parezca, siempre hay una esperanza.

«No se hacen buenos marineros en un mar tranquilo».

Por último, destacar el prólogo y el epílogo por parte del narrador. Un epílogo que hacer terminar la novela de una manera muy diferente a otros escritos. Especula con los lectores sobre lo que muy bien podría ocurrir después de ese punto final de la novela. El desenlace está a la altura de la novela, que nos demuestra que Víctor del Árbol, sigue siendo «un encantador de serpientes».

«Yo no creo en el bien y el mal; creo en la cerveza fría, en los atardeceres lunares teñidos de violeta y en islas que no existen en los mapas. Y creo que nada se va para siempre. Tarde o temprano, tendré que volver

No podían faltar las referencias cinéfilas — Richard Gere, Harvey Keitel, Kubrick, Jeremy Irons, Sigourne Weaver —, literarias — Pedro Páramo, La historia interminable, Jim Thompson, — y musicales — Schubert, Bruce Springsteen, Santana, Mark Knopfler, Tomatito, Brian Adams, Loquillo, Alan Parsons, Celia Cruz.

Bruce Springsteen & The E Street Band - Thunder Road (Live In Barcelona)


Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) es escritor. Suyas son las novelas El peso de los muertos (Premio Tiflos de Novela 2006), La tristeza del samurái (Prix du Polar Européen 2012), Respirar por la herida (finalista en el Festival de Beaune 2014 a la mejor novela extranjera), Un millón de gotas (ganadora en 2015 del Grand Prix de Littérature Policière y uno de los libros más destacados del 2021 en Estados Unidos según Publishers Weekly), La víspera de casi todo (Premio Nadal de Novela 2016), Por encima de la lluvia (2017), Antes de los años terribles (2019) y El hijo del padre (2021). Sus libros se han traducido a numerosos idiomas y gozan de un éxito extraordinario en Francia, donde en 2018 fue nombrado Caballero de las Artes y las Letras.

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