✒La pezuña de plata/225: UN BOCADILLO DE TORTILLA BUENÍSIMO

Había en el vestíbulo de la estación de Atocha un kiosko, ahora desaparecido, en el que servían un bocadillo de tortilla buenísimo. Es difícil explicar lo bueno que era. Yo solía frecuentar aquel kiosko, aunque no tuviera que viajar ni la estación me pillara de paso. Así de bueno era aquel bocadillo.

Uno de esos días, mientras disfrutaba de mi bocadillo, se paró junto a mí un hombre mayor bien vestido con una de esas maletas de mano con ruedas. Un viajero del AVE, sin duda. Se le veía indeciso, no sabía qué pedir. Hasta que finalmente se fijó en mí y en mi bocadillo, y me atreví a hablarle:

—Pídase un bocadillo de tortilla como este, es buenísimo.

El hombre me respondió con un gesto amable de agradecimiento y se pidió uno.

Mientras esperaba, se acercó a él un joven desharrapado que parecía un drogadicto. Quería que le diera algo de dinero o, al menos, que le comprara algo para comer, decía que no había comido en días. El hombre mayor llamó al camarero y le pidió otro bocadillo de tortilla para el joven drogadicto.

Los bocadillos llegaron al mismo tiempo, y ambos comenzaron a comer juntos.

Antes de terminar, el señor mayor buscó al camarero y le pagó con un billete de cien euros. «Cóbrese —le dijo. Y luego, señalando al drogadicto, añadió—: Me tengo que marchar, déle las vueltas a este joven».

Así de bueno era aquel bocadillo.

Segismundo de la Torre presenta este texto para participar en el concurso La pezuña de plata

Comentarios

  1. Para mi gusto, este de los que bordan lo esperable de un relato malo. Mi enhorabuena al autor. Adelante!

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  2. Escrito con corrección, con cierta expectativa, con un estilo sencillo y cargado de ingenuidad y, finalmente, con un mensaje buenista que deja un pequeño asomo de sonrisa. Lejos de la pezuña, cerca del lapicero.

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  3. Sí, más cerca del lapicero que de la piña, sin embargo sin céntimos, no es lo bastante malo malo, ni malo bueno (¡socorro, no me entiendo!)

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  4. Veis lo que os digo, ya he picado otra vez. De la crónica hospitalaria a la crónica culinariosamaritana.
    Este vale para anuncio de la lotería de Navidad, sólo hay que añadir al bocadillo de tortilla un billete de lotería, ponerle una musiquilla buenista y ala ya, esta.

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    1. Jajaja, lo has clavado, Clara Oscuro! Como lo lean los publicistas igual se lo roban a Pozairón.

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    2. El ex agrimensor castellano9 de septiembre de 2021, 22:27

      Pues el cuento no sé, pero doy fe de que había allí un chiringuito con unos bocadillos de tortilla espectaculares. Luego ya dejé la droga y no volví por ahí.

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    3. Mucho o mucha rey del Mambo pululando por aquí. Only the lonely. El chepa del barrio.

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  5. Dondedigodigodigodiego9 de septiembre de 2021, 23:09

    Pozairón, no hagas caso a estos comentaristas.Tu relato es tan bueno como el bocadillo de tortilla que daban en el kiosko del vestíbulo de la estación de Atocha.

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  6. El mejor relato hasta ahora. Si encima vende lotería, ni te digo.

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  7. Este relato no me parece malo en absoluto. Cuenta una historia sencilla con un final nada sencillo. Es uno de esos relatos en que las posibles interpretaciones dependen tanto de lo escrito como de quien lo lee. Porque el final es simple: el señor mayor es muy generoso con el joven. No hay pistas, más que el comentario del narrador, de que el donativo sea por la excelencia del bocadillo. Pudo no ser así. ¿No hay otras pistas intencionadamente para no sugerir otras posibles explicaciones de la generosidad del caballero? Esa generosidad, desde el punto de vista del narrador, obedece al efecto del bocadillo. Un bocadillo capaz de ese efecto debe ser realmente bueno. Pero, ¿puede ser tan bueno un bocadillo de tortilla?, ¿no se utiliza esa exageración para dar a entender otra cosa, haciendo un chiste demasiado evidente para ser tomado en serio? En ese caso, no fue la exquisitez del bocadillo lo que propició la generosidad, sino quizá el aspecto del joven, el talante del señor, alguien para quien cien euros no significaban demasiado (el hombre iba bien vestido, se dice), quizá. La evidente intención de explicar el donativo como causa de la calidad del bocadillo resulta llamativa, demasiado para no sospechar que pueda haber una intención más sutil en imponer esa explicación tan evidente. Se empieza alabando el bocadillo y se termina dando una muestra desmesurada de su excepcional calidad milagrosa.

    Y ahora podríamos perdernos tratando de encontrar matices, pistas, indicios que nos pongan en la interpretación correcta. Pero, qué es una interpretación correcta. El relato es muy corto. En un compendio de relatos del mismo autor quizá nos decantaríamos más decididamente por una interpretación u otra. El otro relato (210: PESADILLA) del mismo autor es igualmente enigmático, por lo que parece que la interpretación compleja se impone. Un autor toma forma y se define en su obra, pero con relatos tan cortos falta un contexto desde el que opinar con mayor fundamento. Ya se sabe: no hay que interpretar, todo está ahí. Quizá con el tiempo y la distancia.

    Mi impresión al leerlo fue que encerraba algo más que lo evidente, sobre todo para quien esté siempre dispuesto a encontrar en todo algo más que lo evidente. Un final abierto a interpretaciones y una huella de anécdota digna de ser contada con delicadeza. Dicho eso, me parece buen relato, lo suficiente coma para no ganar ni pezuña ni piña, pero sí optar a lapicero y monedita. No todo el mundo es tan generoso.

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  8. Segismundo De la Torre10 de septiembre de 2021, 0:46

    Los ilustres maquetadores se han hecho un lío: no es de Pozairón, sino mío, de Segismundo De la Torre. El segundo mío, "Qué más quisiera él", debe estar a punto de aparecer. Es mucho mejor, no se lo pierdan. Harta ya de ganar tantos y tantos concursos, decidí acudir a éste (yo pongo la tilde, me da igual lo que diga la RAE) a ver si palmaba por fin, el éxito continuado asfixia.

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    1. Segismundo De la Torre10 de septiembre de 2021, 0:48

      Ah! Y, ávido de ganancias materiales, léase pasta, he contactado Loterías Nacionales, pero hasta ahora nada, ni puto caso.

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    2. Cierto, cometimos un error al publicar un pseudónimo que no corresponde con el relato.
      Ya lo hemos corregido, y pedimos disculpas por ello.
      Las disculpas son por el error, no por corregirlo... ja, ja ja... que estamos ya un poco locos...

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    3. Segismundo de la Torre10 de septiembre de 2021, 15:16

      Lo raro es que a estas alturas no estéis viendo chiribitas y echando espumarajos por la boca. Pero gracias: os envío por correo un billete de lotería con un poco de música buenista (a ver si la encuentro en El Corte Inglés). Ni una coma.

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  9. Muy bueno. Para mi gusto de masiadas comas, quizás porque va de comer. Lapicero con monedita.

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    1. Mucha coma porque va de comer... .jajajaja.. Desde luego lo mejor de este concurso son los comentarios

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  10. El ex agrimensor castellano10 de septiembre de 2021, 12:38

    Qué sabio eres, Trikolz, siempre dando en el clavo. Sigo pensando, no obstante, que el mejor que he leído es del gato feo y la chica fea. Me parece aún más bueno que ese bocadillo de tortilla.

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    1. En mi anterior comentario he señalado uno de los aspectos delicados de la lectura de textos cortos y la dificultad que supone interpretarlos, a veces. Como ya dejó claro Borges en Pierre Menard, una misma frase puede adoptar sentidos muy diferentes al situarla en distintos contextos y psicologías.

      Un relato breve y enigmático puede estar abierto a demasiadas interpretaciones para poder hacer una valoración concluyente de él. Pero, no, ex agrimensor, no, aunque gracias: en este caso me he equivocado bastante: en primer lugar por buscar orientación en otro relato, que luego se ha visto que no era del mismo autor (sin embargo, esto confirma la teoría de Borges de cómo el sentido se modifica según se amplía o cambia el contexto), en segundo lugar, es posible que haya intentado buscar un sentido demasiado oculto donde quizá no hubiera ninguno.

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    2. El ex agrimensor castellano10 de septiembre de 2021, 21:39

      Yo le entendí como que la apreciación de la bondad del bondad del bocadillo le vino en realidad narrador después de ser testigo de la escena entre el señor mayor y el drogadicto, aunque en la cronología de la narración aparezca antes. Fue eso lo que le hace recordar el bocadillo como algo muy bueno. Y tal vez también que la justicia social, que tanto trabajo parece costar, puede depender de hecho de un puro azar. Líos mentales, claro.

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