Buenos días, tristeza
Hace unos días me traje un libro de la biblioteca que hacía tiempo me apetecía leer, se trata de la novela de Françoise Sagan Buenos días, tristeza. Nada tiene que ver con la canción de José Luis Perales ni de Isabel Pantoja con el mismo título.
Escrita en 1953 cuando la autora tenía tan solo 19 años, la publicación del libro se vio rodeada de una gran polémica por la temática y por la edad de la escritora. Pero los jóvenes quedaron y quedan fascinados cuando leen esta historia.
Sagan procedía de una clase acomodaba y el estilo de vida que llevaba era el mismo que refleja en su obra con cierta carga de ironía y con una crítica sagaz: una vida ociosa con culto al placer, a las fiestas y al descontrol. Retrató una clase media francesa hedonista, irresponsable y hastiada.
Los protagonistas de esta historia son Raymond, un padre viudo y maduro dedicado en exclusiva a sus conquistas amorosas, por lo general , mujeres bastante más jóvenes que él, y Cécile, su hija adolescente de 17 años que empieza a vivir el despertar sexual. Ambos son perezosos y egoístas y mantienen una complicidad en su costumbre de seducir a los demás. Como todos los años, van a pasar juntos el verano: esta vez a una casa alquilada en la costa sur de Francia. Allí se entregan a la vida despreocupada y alegre hasta que, cierto día, se presenta como invitada Anne Larsen, una mujer seria, disciplinada y culta, amiga de la difunta esposa de Raymond. Desde su llegada, Cécile presiente una amenaza que le estropeará las vacaciones y el comienzo de la relación amorosa con Philippe...
La protagonista que junto a otros personajes se nos presenta como inmoral y de vida frívola y despreocupada, sufrirá una transformación personal y tendrá que aprender a vivir con los remordimientos y la tristeza.
Otto Preminger adaptó la novela al cine en 1957. Optó la combinación del color y el blanco y negro a la hora de filmar la película. El guión no refleja la intensidad con que se muestran los sentimientos y las emociones en el libro. Los diálogos, carentes de la profundidad psicológica de la obra original, restan energía a la historia.
El film adapta la narración en primera persona de la novela como un largo flashback con voz en off, que divide en dos momentos la historia: un pasado filmado en color, donde Cécile narra la experiencia de aquel verano, y un presente filmado en blanco y negro, donde es víctima de los remordimientos.
Han pasado más de 50 años y la obra mantiene la espontaneidad de un relato que nos muestra el egoísmo de unos personajes centrados en la consecución de su placer única y exclusivamente.
Recuerdo este libro cómo algo rompedor, aunque esa no era la palabra que se usaba en ese momento. Más bien se calificaba de escandaloso. Cuánto me gustó!!!!!
ResponderEliminarEstá reseña me ha servido también para recordar a la persona que me lo hizo llegar que por desgracia ya no está.
Volveré a leerlo .
Seguramente será otro libro que el que yo recuerdo. Gracias Pilar.
Gracias por tu comentario a la reseña. Siempre que releemos alguna lectura nos sugiere otras cosas y nos emociona de manera diferente. En mi caso siempre que he vuelto a leer un libro he descubierto detalles que me han hecho ponerlo en más valor. Espero que con esta historia a ti te ocurra lo mismo.
EliminarSiempre agradecemos vuestros comentarios porque sin duda son los que enriquecen el blog.