✒La pezuña de plata/183: COMUNIDAD
Somos cinco amiguitos.
Una vez salimos, uno tras otro, de una
casita.
Primerito salió uno, y se colocó al
ladito de la puertita de calle; después el segundito salió por la puertita, o,
mejor dicho, se deslizó con la mismita suavidad con que resbala una gotita de
mercurio, y se ubicó no lejitos del primerito; después el tercerito, después el
cuartito; después el quintito. Finalmente, nos pusimos toditos en una línea,
paraditos. La atención de la gentecita empezó entonces a centrarse en nosotros,
nos señalaban y decían:
“Los cinquitos acaban de salir de esa
casita”
Desde entonces vivimos juntitos.
Sería una existencia pacífica si no
vinera un sextito a entrometerse.
No nos hace nadita, pero nos resulta
fastidiosito, y eso ya es bastante.
¿Por qué se mete por la fuercita donde
no se quiere saber de él?
No lo conocemos y no queremos
aceptarlo con nosotros. Tampoco nosotros cinco nos conocíamos de antecito, y,
si se quiere, tampoco ahora nos conocemos unitos a otritos; pero lo que entre
nosotros cinquitos es posible y se admite; con ese sextito no se admite ni se admitirá.
Aparte de todo, nosotros queremos ser
cinquitos y no queremos ser seis.
¿Y qué sentidito tiene, en definitiva,
ese permanente estar juntitos? Ni siquiera para nosotros tiene sentidito
alguno. Pero nosotros ya estamos juntitos, y continuamos así; pero no queremos
una nueva unioncita, en razón, precisamente, de nuestras experiencitas.
Pero ¿cómo puede hacerle uno entender
ésto al sextito? Darle largas explicacioncitas significaría ya casi una
aceptacioncita en nuestro circulito. Preferimos no aclarar nadita, y no lo aceptamos.
Por más que saque trompita lo alejamos
a coditos; pero por más que lo alejemos a coditos él vuelve.
Francisquito Kafkita presenta este texto para participar en el concurso La pezuña de plata
Jajaja, tiene su gracia la estrategia, inédita en este concurso, del abuso de diminutivos. Me ha producido casi un corto circuitito. Pezuña, no, pero si pezuñita.
ResponderEliminarBrillante. De lo más imaginativo que he leído. Felicitaciones!
ResponderEliminar¡Por el amor a la literarura! He hecho un esfuerzo improbo por terminarlo. Esto puede que signifique que es pezuñable, pero yo lo nominaria para el olvido.
ResponderEliminarEl recurso al plagio es aceptable, por supuesto, pero también puede ser considerado demasiado fácil. El posible mérito es la elección del texto, en este caso de los apuntes narrativos de Kafka, 1920, de los escritos póstumos, y la aplicación al texto de la función correspondiente, en este caso el abuso del diminutivo. Otro mérito, por supuesto, es la ocurrencia, y sopesar el efecto en el lector que descubre la estrategia.
ResponderEliminar295-183= 112 Es la cuenta atrás.
ResponderEliminarNo tiene nada que ver con tu relato que es muy bonito y Kafkaíto.
No sé.
ResponderEliminarDespués de 183 comentarios, no sé que decir, salvo que lo que diga Trikolz me parece perfecto.
El relato es indigesto por los diminutivos, recuerda al habla coloquial mexicana (según autores como Paco Taibo II o Élmer Mendoza) creo que es acreedor a centimitos.
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