WEMBLEY

Wembley, Maracana,... son para los amantes del fútbol nombres conocidos y deseados. Hoy hablamos de literatura y fútbol analizando una vieja novela: Cómo llegamos a la final de Wembley. del británico J. L. Carr. James Lloyd Carr nació en 1912  Director de escuela, editor y novelista, fue editor de varias antologías de clásicos, autor de curiosos diccionarios, dueño de la editorial The Quince Tree Press y profesor con gran vocación. Como novelista, es autor de Un mes en el campo, entre otras novelas, varias de las cuales han sido llevadas al cine. En 1975 escribió Cómo llegamos a la final de Wembley, novela inspirada en sus propias experiencias durante el año 1930, cuando daba clases en la escuela de primaria de South Milford y se involucró en el equipo amateur de la localidad.

El título de esta historia no es un engaño ni un delirio: realmente, trata de fútbol. Pero como decía David Trueba «tanto en el cine como en la literatura el fútbol es interesante como contexto, como telón de fondo, incluso desde los márgenes que delimitan lo anterior y posterior a un partido». Se trata de una afirmación que está en consonancia expresada por diferentes autores en cuanto a la dificultad que entraña escribir una novela sobre fútbol, una circunstancia que obliga a explorarlo, literariamente hablando, desde otras perspectivas. Y esto es lo que hace el autor. Es la historia de una peripecia, narrada en tercera persona por Joe Gidner que nos describe a los personajes, lugares y acontecimientos de la historia por muy extravagantes y sorprendentes que parezcan. 

La novela, escrita por J. L. Carr, es una fantasía cómica que relata, en forma de una historia oficial, cómo un modesto club de fútbol de pueblo avanzó en la Copa de la FA hasta vencer al Rangers en la final en el estadio de Wembley. 


Por supuesto hay fútbol pero mucho de todo lo demás. ese demás consigue que se lea con una sonrisa en los labios. Es una historia divertida, llena de humor, en la que no faltan la ironía y el sarcasmo. Un tono, muy británico. Pero no falta la critica a determinados usos y comportamientos todavía reconocibles. Y pese a que han pasado más de 40 años desde que fue escrito se trata de una obra fresca, nada desfasada, extrapolable a nuestros tiempos. De hecho, hasta podemos encontrar un jeque árabe. También es costumbrista; todo él está atravesado por la confrontación entre el sentido común aldeano y las majaderías urbanitas. Hay melancolía y reflexiones dolorosas, pero apuntadas apenas y sin cargar las tintas, que al fin y al cabo lo que leemos no es más que un borrador, de una gran crónica que está por venir

Lo importante es conocer quienes son los protagonistas de la proeza, cómo son y cómo afrontan todo lo que les está pasando, y con qué naturalidad se incorpora a la normalidad de su entorno cotidiana sin dejar que lo extraordinario consiga transformar su devenir cotidiano. Permanecen casi impertérritos a todo cuanto van viviendo, sabedores de que la gloria es pasajera y de que la marea del éxito, por extraordinario que este sea, siempre acaba regresando a su cauce. Magníficamente expresado al final del libro.

La victoria, inverosímil en si se convierte en estrambótico por los personajes que lo protagonizan: un filósofo que no sabe nada de fútbol diseña los postulados: «Todos los jugadores, excepto el delantero centro, deben defender su propia portería y todos los jugadores, excepto el portero, deben lanzarse hacia la portería del contrario»; la recuperación de dos antiguos futbolistas: uno, se había hundido en la melancolía por pensar; otro, por amor a su mujer; un presidente peculiar, que recomienda enviar a trabajos forzosos, previa castración, a todo deportista vago; el propio narrador es un personaje que llega al pueblo y sobrevive, como poeta de tarjetas de felicitación, entre otros trabajos.

El título original de la novela How Steeple Sinderby Wanderers Won the F.A. Cup fue traducido en España como Cómo llegamos a la final de Wembley. Esta adaptación, sin embargo, podría considerarse una doble traición. La primera traición radica en la sustitución de la cascada de nombres propios que caracteriza al título original. En lugar de mantener la rica y peculiar lista de nombres, la versión española optó por una descripción más directa y funcional. La novela ha sido adaptada y versionada en varias ocasiones para el teatro por diferentes dramaturgos. 

La historia de los Steeple Sinderby Wanderers sigue siendo un encantador recordatorio de la magia y la pasión del fútbol, incluso en los rincones más inesperados.

Por si os interesa esta disponible en Ebiblio Madrid.

Las referencias musicales y literarias son extrañas y desconocidas para el público español. Como en 1975 hay muchas donde elegir os dejo esta página donde escucharlas. Tenemos desde güisky, Cheli, hasta, aunque no aparezca, Jesucristo Superestar. Yo me quedo con una maravilla de 1973, que rescatada del olvido, sonaba por entonces.  Vendió más de 300 000 copias y estuvo 22 semanas en los primeros puestos de las listas de ventas, siendo «single de oro» en 1976. Es considerada una obra maestra del flamenco, siendo el tema más popular y conocido del artista, tanto nacional como internacionalmente. No obstante, no fue una canción trabajada con tiempo, sino una improvisación.

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