Tres mujeres, una librería

Penélope Fitzgerald tenía sesenta y un años cuando empezó a escribir la que se convertiría en la primera de sus ocho estupendas novelas: La librería. En sus páginas, la autora rememoraba una etapa de su vida, acaecida muchos años atrás, cuando la adversidad le obligó a establecerse con sus hijos pequeños en un recóndito pueblo costero inglés. Fue allí dónde, para complementar la exigua economía familiar, comenzó a trabajar a tiempo parcial  en una librería local, regentada por una tal señora Neame. Les cedieron una gran casa para vivir en un viejo almacén de ostras lleno de humedades y un año más tarde se mudaron a una mucho más pequeña y cercana a la librería donde ella trabajaba, que por cierto, fue inaugurada en los años 40 y no se cerró definitivamente hasta 1990.   

Se suele hablar de esta novela como una obra autobiográfica, y es cierto que en gran medida se basa en acontecimientos del pasado de su autora, además de que la trama se localiza en un paisaje bien conocido por ella, pero sin lugar a dudas también es una construcción literaria, una ficción. De hecho, sus orígenes son fácilmente rastreables. La autora ayudó a su hija Tina con el análisis de El cura de Tours de Balzac para sus exámenes y resulta evidente que tenía presente el argumento de esta novela corta cuando se dispuso a escribir La librería. Dicha novela, que forma parte de las Escenas de la vida de provincias, se centra en las intrigas y conspiraciones que tienen lugar en las poblaciones pequeñas, así como en la mezquindad, las luchas de clases y en el poder de las influencias de sus habitantes. 

La autora dota a su protagonista Florence Green de una gran inocencia pero también con otras cualidades como la valentía, el coraje, el ingenio, además de la fuerza que le sirve para tomar la decisión de hacer realidad, contra viento y marea, su sueño de abrir una pequeña librería en un lugar que no se caracteriza precisamente por la amplitud de miras ni por las aspiraciones culturales de los vecinos. Mientras que la novela de Balzac destila cierto pesimismo, el relato de Fitzgerald es tan humorístico como alentador de las aventuras y desventuras de una mujer solitaria que ha decidido empezar a vender libros con la ayuda de una niña extravagante y de un sujeto bastante odioso, de sus excéntricos clientes, y un impredecible gusto a la hora de elegir los títulos que ocuparán los estantes de esta pequeña y peculiar librería.

Florence descubre pronto consternada, que los libros que realmente solicitan sus clientes son manuales sobre el mantenimiento del automóvil, sobre la guerra y sobre la observación de las aves. Como propietaria de un negocio que le da de comer se ve obligada a vender los libros que la gente demanda, aunque su idea primordial no sea la de conseguir beneficios. Hasta que se enfrenta a la posibilidad de ofrecer a sus clientes el escandaloso bestseller de Navokov, Lolita...

El Sr. Brundish, personaje fundamental en la obra, le da un consejo memorable: Es un buen libro y, por lo tanto, debería intentar vendérselo a los habitantes de Hardborough. No lo entenderán, pero será mejor así. Entender las cosas hace que la mente se vuelva perezosa. 

Como contrapunto introduce a personajes mezquinos que pondrán aún más de relieve la calidad humana de sus antagónicos. Su elección de Old House para instalar su hogar y su librería, esa casa vacía hace tiempo, llena de humedades, con olor a rata y con fantasmas, será el toque de gracia que levantará ampollas en la reina de la aristocracia local, Violet Gamart, que pretende abrir en la misma casa un centro de arte.

La descripción que la autora hace de la resistencia muda, pero fuerte y despiadada, con la que las fuerzas vivas del pueblo se oponen a su negocio está descrita con un lenguaje preciso, elegante y sutil. 

La novela es una pequeña joya digna de una dama inglesa, elegante, refinada y nada ostentosa, algo así como un fina hilera de perlas como esta:

Por costumbre y desde tiempo inmemorial, la señora Gamart, rechazaba la idea de que su marido pudiera ser necesario para algo (p.166).

Algunos de los datos expuestos sobre la novela están tomados del posfacio o epílogo de Terence Dooley, yerno de la autora y albacea testamentaria de la misma, que la editorial Impedimenta añade a la nueva edición de la obra con motivo del estreno de la versión cinematográfica de esta maravillosa historia.


Nadie mejor que Isabel Coixet para poner en imágenes las hermosas palabras de Fitzgerald. La película, pulcra, meticulosa y con una delicada adaptación, muy natural y nada impostada, en la misma línea de la novela, rinde un homenaje a los libros, al deleite que provocan y al conocimiento que transmiten.

De los 12 Goyas a los que fue nominada solo recibió, mejor película, mejor dirección y mejor guion adaptado, convirtiendo a Coixet en la primera cineasta española que gana dos estatuillas por sus labores de dirección. Me gustaría destacar algunas de las palabras que pronunció al recoger el premio al mejor guion adaptado, porque me transportan a mi propia infancia y adolescencia, y coinciden absolutamente con las que yo misma escuché muchas veces en boca de mi padre cuando era recriminada por mi madre por emplear mi tiempo en leer y no en aprender labores domésticas, deja a la niña que lea, que de algo le servirá...

La película es una delicia, tan buena como la novela, pero con un pequeño detalle que se agradece: Isabel Coixet mejora un poquito el desenlace, para que todo el mundo pueda salir de la sala con una sonrisa más amplia si cabe.

Rodada íntegramente en inglés, está protagonizada en sus papeles principales por los británicos Emily Mortimer y Bill Nighy y la estadounidense Patricia Clarkson. 

Cuando leemos una novela no podemos evitar imaginar el aspecto físico de los personajes, a pesar de que los autores, a veces, solo nos dan unas pequeñas pinceladas de los mismos. En el caso de La Librería, y los hayamos imaginado como los hayamos imaginado, Florence Green ya solo puede tener el aspecto de la gran Emily Mortimer, aquella jovencita a la que conocimos por su breve aparición en Notting Hill y por ser la abnegada esposa del ambicioso Chris Wilton en Match Point. Su mirada inteligente y armoniosa dota a Green de una veracidad increíble, a pesar de ser algo más joven que el personaje de Fitzgerald. Su magnífica interpretación la dejará unida para siempre a este inolvidable personaje literario. 

Penélope Fitzgerald, Isabel Coixet, Emily Mortimer, tres mujeres creadoras de una de las historias más hermosas sobre el mundo de los libros y lo que éstos representan en la vida de las personas.

                                     No se pierdan el libro, no dejen de ver la película.

Les dejamos con la banda sonora original de Alfonso Vilallonga, que nos transporta a un pueblecito costero inglés en los años 50, a pesar de que los exteriores fueron rodados en Irlanda del Norte y los interiores en Barcelona y Badalona. Eso es la magia del cine... 

Comentarios

  1. El libro no le he leído, la película sí, es una delicia

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    1. Aunque la versión cinematográfica es muy fiel, te recomiendo leer el libro.

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