LA TIERRA SEGÚN PHILOMENA CUNK


Para todos aquellos que no sepan quien es Philomena Cunk debemos indicar que es un personaje de la serie Screenwipe (2006-2020), creada por Charlie Brooker. Que inicia su andadura en solitario mediante falsos documentales desde 2016. En este caso, por desgracia no se diferencia de la oleada de imbecilidad que nos acosa en forma de expertos de todo tipo, que valen para todo; no muy diferente a antivacunas y terraplanistas que son muy capaces de repetir, igual que Philomena Cunk: «Demuéstreme que existe la luna». Estamos ante una parodia de los documentales abarcadores que proponen totalizar la historia universal, la serie protagonizada por la genial Diane Morgan recuerda a Monty Phyton y su «El sentido de la vida»: el humor se desata cuando se tensan los límites del discurso entre la seriedad del tono y el absurdo del contenido

La Tierra según Philomena Cunk es un repaso ridiculizador a la cultura general. Cunk, la presentadora, parece una idiota, habla como una idiota y plantea a los expertos preguntas muy idiotas. Es muy probable que sea, en efecto, una idiota. Sin embargo, su modo de mover las manos o de subrayar la importancia crucial de uno u otro evento histórico no se diferencian en lo más mínimo de cómo mueve los manos y se dan aires los presentador@s de documentales serios. Philomena Cunk habla a cámara desde escenarios históricos, hay música épica de fondo y la narración viene parcelada por la opinión de expertos grabados en sus lugares de trabajo. Pero en realidad Philomena Cunk no está en Roma o México, aunque eso afirme, y la música resulta estúpidamente atronadora, y los expertos acaban casi todos humillados.

Los expertos son los que salen perdiendo porque, sacados de pronto de su mansedumbre académica, muchas veces no saben qué decir. Una ingenuidad y un empaque capaces de dejar boquiabiertos a los historiadores a los que va interrogando y que realmente se quedan sin saber qué decir ante las chorradas monumentales que les va soltando. una ingenuidad y un empaque capaces de dejar boquiabiertos a los historiadores a los que va interrogando y que realmente se quedan sin saber qué decir ante las chorradas monumentales que les va soltando. Y a la vez, muestran una debilidad común a todos nosotros: hacemos lo que sea por salir en la tele. Incluso falsear la Historia.

La tarea inquisidora de Cunk, sumada a su tentación de protagonismo revelando anécdotas que involucran a su amigo Paul o a su exnovio Sean, desnudan entre risas no solo la subversión de las certezas absolutas que define a la era contemporánea sino también la equivalencia entre sus más estúpidas elucubraciones y las meditadas respuestas de los académicos y profesionales.

Sin ser un dechado de virtudes, cumple las normas no escritas para prescindir de la objetividad y de la coherencia.. Británicos son humor y modales. Combina el humor punzante con el buen gusto suficiente como para no tomar la parte por el todo; para no caer en el chascarrillo y los clichés habituales que suelen predominar.

Cinco episodios que se ven en apenas dos horas y media conforman un divertido ejercicio de ausencia de ego y de ironía ante la vida que nos ayuda a mirar el mundo tal y como lo que es. Y lo que es más importante, es capaz de mirar las miserias del ser humano con compasión, desnudando en su grandilocuencia a quienes nos tomamos demasiado a menudo demasiado en serio.

La serie se permite uno de los gags más ocurrentes: el uso del videoclip de «Pump Up The Jam», señalado como el himno belga del tecno en 1989, para organizar el tiempo a lo largo de los cinco episodios Los grandes sucesos como la invención de la imprenta o el final de la Segunda Guerra Mundial ocurren en una medida temporal que los separa del hit de Technotronic y sus imágenes pixeladas. En lugar de antes y después de Cristo, Brooke reinventa al videoclip como brújula del sinsentido de un universo que instituye hitos de manera recurrente.


Comentarios

  1. Hay una repetición en la frase: “Una ingenuidad y un empaque capaces de dejar boquiabiertos a los historiadores a los que va interrogando…”, que quizá no sea intencionada (deformación profesional), además de una pérdida de continuidad, aunque poco importa porque a esas alturas ya casi nadie estará leyendo (hay que recordar que, según Lem, ya nadie lee, si lee no comprende y si comprende olvida enseguida), yo soy una excepción, pero tengo una excusa. Por lo demás, diré que lo que se dice de los expertos no es del todo correcto, nuestros expertos en expertos han estudiado el caso y han llegado a resultados completamente opuestos. ¿Y qué resultados son esos? Por el momento, lamentablemente nuestros expertos no se han puesto de acuerdo en sus desacuerdos con la teoría oficial, pero están todos en desacuerdo (aunque algunos tampoco están de acuerdo con esto), ya con las teorías predominantes, ya entre sí, ya con cualquier otra teoría existente o imaginable. Aunque no es seguro. Y en fin, tenía que decir algo más sobre el artículo, pero ya no recuerdo. Ah, sí, que muy bien el humor y eso.

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