Pocas películas, por no decir ninguna, han logrado emocionarme en los últimos meses. Esta lo ha conseguido con creces a lo largo de sus casi 140 minutos de duración. No quisiera solo apelar a los sentimientos para recomendarles que la vean, los hechos que se narran son absolutamente reales y están contados de una manera tan fidedigna que a nadie pueden resultar indiferentes.
Tras elogiosas presentaciones en los festivales de Venecia y San Sebastián, ganó el premio a mejor película extranjera en la última entrega de los Globos de Oro y el Goya a la mejor película hispanoamericana. Finalmente no pudo conseguir el Oscar a mejor película de habla no inglesa que le fue arrebatado por la alemana Sin novedad en el frente.
Para entender el Juicio a las Juntas Militares, que es lo que desarrolla la película, primero tenemos que conocer los antecedentes históricos, el contexto y las circunstancias que lo rodean.
En 1976, dos años después de la desaparición de Juan Domingo Perón, el país seguía sin un rumbo político o económico claro. Los peronistas estaban divididos y parte de las fuerzas armadas no aprobaban que la viuda de Perón, María Estela Martínez, asumiera la presidencia de la nación y se aferrara al cargo.
El 23 de marzo se le comunicó a la presidenta que las fuerzas armadas habían tomado el control del país. La junta militar golpista, integrada por tres comandantes, Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Amón Agosti, instauró un Estado de sitio y la ley marcial, así como el establecimiento de la pena de muerte para los opositores.
También se ordenó la clausura del Congreso Nacional, sede de la soberanía popular, la sustitución de todos los miembros de la Corte de Justicia por jueces leales al nuevo régimen, el allanamiento, la intervención de los sindicatos, la prohibición de toda actividad política y una férrea censura a los medios de comunicación.
Este fue el inicio de la dictadura militar más reciente de la historia de Argentina, caracterizada, entre otras cosas, por la violación sistemática de los derechos humanos contra la población civil.
El Proceso de Reorganización Nacional fue el nombre que adoptó la dictadura militar que gobernó el país desde el 24 de marzo de 1976 hasta diciembre del 83, cuando regresó la democracia de la mano de Raúl Alfonsín.
Sus objetivos eran combatir la corrupción, la demagogia y la subversión y ubicar a Argentina en el mundo occidental y cristiano. Para ello utilizó una estrategia de terror de estado.
La dictadura militar puso en marcha una política de supresión de la oposición de izquierda y para ello recurrieron a la desaparición como el principal mecanismo para eliminar a los individuos y grupos que consideraban subversivos.
El modelo de ejecuciones no contemplaba el fusilamiento porque el problema era almacenar cadáveres en fosas comunes, y esto podría dar lugar en el futuro a un juicio internacional por crímenes de lesa humanidad contra el régimen militar.
Muchos de ellos sufrieron los vuelos de la muerte. A los opositores se les drogaba y se les lanzaba desde aviones que sobrevolaban Mar del Plata, perdiéndose eternamente en el océano.
Durante esa dictadura se perpetró un plan sistemático de desapariciones forzadas, que incluyó el secuestro de 500 bebés, niñas y niños que fueron separados de sus familias y apropiados bajo otra identidad.
En abril de 1977, un grupo de madres de desaparecidos comenzaron a reunirse
alrededor de la pirámide de la Plaza de Mayo frente a la Casa de Gobierno para
reclamar por el destino de sus hijas e hijos. En octubre de ese mismo año,
muchas de esas mujeres que además buscaban a sus nietas y nietos desaparecidos,
o tenían hijas o nueras que habían sido secuestradas embarazadas, comenzaron
esta otra búsqueda, reunidas en Abuelas de Plaza de Mayo.
La dictadura militar implantó un régimen de violencia y terror que utilizó
la desaparición de una manera generalizada y sostenida en el tiempo, es decir,
no ocasional, indican los investigadores.
La derrota de Argentina frente al Reino Unido en la guerra de las Malvinas, en 1982, hace que la dictadura colapse, instaurándose finalmente un régimen democrático que pervive en la actualidad.
El primer presidente de esta nueva democracia, Raúl Alfonsín dictó el decreto 158/83, en el que ordena que
se someta a un juicio sumario a los integrantes de la junta militar que usurpó
el gobierno de la Nación el 24 de marzo de 1976 y a los integrantes de las dos
juntas militares subsiguientes, es decir, que fuera la justicia militar la que
llevara a cabo los juicios por los crímenes cometidos por la dictadura.
El 2 de octubre de 1984, con el apoyo de la mayoría de la población y la negativa del poder militar a investigar las violaciones de derechos humanos perpetradas durante la dictadura, se decidió finalmente que los crímenes cometidos no fueran juzgados por tribunales castrenses. A partir de ese momento
el procedimiento continuó por el tribunal civil de la Cámara Federal, quien juzgó
los delitos de homicidio, privación ilegal de la libertad y tortura durante el
último gobierno de facto, comprendido entre 1976 y 1983.
El juicio se inició el 22 de abril de 1985 y las audiencias se prolongaron
hasta agosto de ese año.
Un informe con testimonios de las víctimas de la dictadura hecho por la
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) —cuya creación
fue ordenada por Alfonsín en 1984— sirvió de base probatoria al juicio en la
que se condenó a cinco de los nueve integrantes de las tres juntas de
comandantes del régimen.
El largometraje retrata la labor del fiscal Julio Strassera
—interpretado por el actor Ricardo Darín—, y su ayudante Luis Moreno Ocampo
—papel que ocupa Peter Lanzani—, para reunir pruebas de los crímenes bajo un
clima de amenazas. Sin el apoyo del funcionariado judicial debido al miedo y a las presiones, tuvieron que servirse del trabajo de personas muy jóvenes en periodo de prácticas para recabar dichas pruebas... Las escenas donde se producen los testimonios de las víctimas o familiares en el juicio, son absolutamente desgarradoras.Según
Pablo Llonto, abogado querellante en juicios de lesa humanidad, la película es positiva porque ayuda a tender un puente de memoria con las
generaciones más jóvenes y retrata un juicio que contó por primera vez el
corazón del horror con nombres y apellidos. El juicio está considerado una gesta heroica, ningún país hasta entonces se atrevió a llevar a juicio una dictadura, y se contrapone a la percepción
actual de la justicia, cuando más de 78% de los argentinos considera malo el
funcionamiento del sistema judicial y 71% desconfía de la Corte Suprema, según
sondeos de Equis y Proyección realizados en agosto pasado.
Santiago Mitre construye una historia estremecedora y los intérpretes están en todo momento a la altura de sus personajes.
Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: ‘Nunca más’, dijo el fiscal Julio Strassera en su alegato final.
Este juicio es una gran muestra de fortaleza democrática que se contrapone, por ejemplo, al espíritu que rigió nuestra Transición que pasó página sin haberla leído previamente con tal de tener la fiesta en paz.
La escritora Almudena Grandes, convencida defensora de la memoria histórica, dijo en numerosas ocasiones que la memoria no tiene que ver con el pasado, sino con el presente, pero la desmemoria logra que pasado y presente se confundan.
No se pierdan esta película tan valiente como necesaria que rinde un sentido homenaje a todas y cada una de las víctimas de este sinsentido.
Muy bien el artículo, la película hay que verla, por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. Los actores hacen un gran trabajo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, nos anima a seguir.
EliminarRecuerdo que cuando la vi no pude evitar sentir, a parte de orgullo, envidia por lo que como decís, debió pasar aquí y no pasó. Estupenda película y estupendo vuestro resumen. Gracias!
ResponderEliminarMuchas gracias a tí Gema, como siempre!!
Eliminar