Blonde, o vivir al límite

La adaptación al cine de la obra de Joyce Carol Oates, Blonde, acaba de estrenarse en Netflix, no exenta de una gran polémica.  La película, cuyo proyecto data de 2010, ha triunfado tanto en el Festival de San Sebastián como en el de Venecia y está arrasando en la plataforma desde el día de su estreno, 28 de septiembre, con tantos defensores como detractores. Las críticas la acusan de explotar los abusos que Marilyn Monroe (o Norma Jeane Baker) sufrió a lo largo de su carrera y de su corta vida, e incluso la acusan de antiabortista por ciertas escenas con fetos hiperrrealistas. En su defensa reseñamos las palabras de la propia autora de la novela que dice vía Twitter: es una brillante obra de arte cinematográfica que obviamente no es para todo el mundo. Sorprende que en la era postMeToo la cruda exposición de la depredación sexual en Hollywood sea vista como explotación. Seguramente Andrew Dominik haya querido contar la historia de Norma Jeane con sinceridad. Otros ven el maltrato sexual de la estrella como la revelación de cómo una joven talentosa fue tratada en el Hollywood preMeToo. 
La novela de Oates es una ficción, una biografía parcialmente inventada donde se mezclan datos reales y ficticios creados por la autora, cuya ambición era que a través de lo imaginado, llegar a una verdad más profunda sobre la figura de la actriz. El director, Andrew Dominik, hace una adaptación libre del libro. Según sus propias palabras, adaptar un libro es realmente adaptar los sentimientos que me transmitió ese libro. Según el crítico Manu Yáñez, estamos ante la versión más cruda del Hollywood siniestro.

Sea como fuere, se trata de la historia personal de una actriz brillante encasillada en el papel de bomba sexual, una mujer muy inteligente condenada a interpretar a mujeres florero en apuros, una romántica que fue castigada por la violencia o la incomprensión de sus parejas, una mujer cuya sed de libertad chocó con el conservadurismo de la América de la segunda mitad del siglo XX. 
Respecto a cuestiones técnicas de la película destacamos los planos en diferentes formatos, del cuadrado al más panorámico, y los saltos permanentes entre el color y el blanco y negro.
Varias escenas ponen en movimiento fotografías míticas de  la actriz sola o acompañada por maridos o amantes, como si el director quisiera someter el mito a la terapia de shock de Tik Tok.
La primera imagen de la película es toda una declaración de intenciones de su creador. Nos muestra la famosa escena de La tentación vive arriba, donde Marilyn/Norma está sobre una rejilla del metro y su falda vuela al viento, enseñando sus piernas y ropa íntima. Nos transmite un claro mensaje de lo que vamos a contemplar a continuación. Vamos a adentrarnos en la auténtica Norma Jeane y vamos a dejar de lado lo que la prensa y el cine nos han mostrado de Marilyn. 
Hay que destacar la fuerza emocional de algunas escenas como la de los espectadores que la aclaman con las bocas deformadas tras el estreno de Los caballeros las prefieren rubias, donde se produce una auténtica desconexión entre su yo personal, Norma Jeane, y su yo artístico, Marilyn Monroe. Memorables la transición de un momento poscoital a la cascada de Niágara, o la fiel  recreación de una escena musical de Con faldas y a lo loco, donde Jack Lemon es interpretado por su propio hijo.
La película omite detalles importantes de la vida de la actriz (fundó su propia productora, se opuso a la caza de brujas anticomunista de McCarthy y luchó contra la segregación en nombre de Ella Fitzgerald), pero según el director la película va de una mujer que quiere suicidarse y lo más importante es explorar por qué alguien que tiene todo lo que la sociedad encuentra deseable, decide quitarse la vida. La película va también sobre el trauma de la ausencia del padre, de los demonios internos, del abuso del sexo y de la felicidad.  
Si hay que reseñar cuestiones negativas diremos que hay un exceso de desnudos gratuitos, como en la escena en que aparece leyendo.  Tampoco es agradable contemplar el infame primerísimo primer plano de la felación al Presidente o a un feto con voz propia...
Queda fuera, según algunos críticos, una verdad incontestable, el talento de una mujer y su responsabilidad a la hora de crear uno de los iconos del siglo XX.
La interpretación de todo el elenco es extraordinaria (Adrien Brody está estupendo como Arthur Miller) y Ana de Armas, la protagonista, está de Oscar. El equipo técnico ha hecho una gran labor con el maquillaje y la caracterización.
No dejen de ver la película, de leer el libro de Oates (en las bibliotecas municipales de Leganés), y sacar sus propias conclusiones.
Les proponemos que visualicen esta escena de Con faldas y a lo loco y la comparen con la que se ha rodado para Blonde. ¿Qué me dicen? Idénticas, ¿no?  



Como contrapunto a todo lo expuesto, les recomendamos encarecidamente ver también el corto de 1975, Mi Marilyn, con la visión personalísima de José Luis Garci sobre la mítica estrella. 
                                                            ¡No se lo pierdan!

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