Nadie
Previsiblemente otra película de violencia gratuita y puñetazos. Y oye, que haberlos haylos pero es mucho más que eso. «Un poquitín excesivo pero soberbio» en boca de uno de los personajes define en pocas palabras Nadie, la última película de Ilya Naishuller.
Todo en esta película funciona
La presentación de los personajes está perfectamente calibrada y en pocos minutos nos dibuja el perfil exacto de cada uno de ellos.
En la primera escena, un hombre esposado, con la ropa ensangrentada y magullado, saca una lata de comida para gatos de uno de los bolsillos de la chaqueta, del otro un abridor. Los dos policías que hay en la minimalista sala de interrogatorios le preguntan su nombre y en respuesta les dice que es Nadie. Acto seguido saca de la misma chaqueta un gato que deja sobre la mesa y que se pone a comer.
Durante todo el metraje el ritmo de la acción funciona como el mecanismo de un reloj suizo. La violencia en todas sus formas esta hábilmente trabajada: la controlada (sumisión familiar), la contenida a la espera de un desencadenante (la pulsera del gatito), la que se evita (la escena del salón de tatuajes), la que se retiene (un bebé enfermo y una pared de ladrillos), la que se libera («cuando el señor cierra una puerta abre una ventana»: el autobús nocturno), la necesaria para sentirse vivo (recuperar la juventud), la tarantinescamente explícita (mucha y variada)… todas ellas mantienen una sobriedad formal y una planificación sin artificios que no opacan ni el milimétrico trabajo de cámara ni la excelente fotografía.
Solo destacar al gran protagonista invisible: la banda sonora de David Buckley y la selección de clásicos de blues, soul y swing que salpican y potencian cada una de las imágenes que aparecen en pantalla.
Puedes ver Nadie en cines. El resto de las películas citadas las puedes encontrar en eBiblio o en las bibliotecas municipales de Leganés.
Comentarios
Publicar un comentario